26 de agosto del 2021

by Kimberly Hobbs 

EMPODERANDO VIDAS CON UN PROPÓSITO:
La comunicación respetuosa es clave en el liderazgo. Servir en un ministerio con todas las mujeres tiene sus desafíos cuando se trata de comunicarse, pero es un proceso de aprendizaje continuo con la ayuda de Dios para ser el mejor comunicador cuando se trata de servir y ayudar a los demás.
“Reconozca el valor de cada persona y continuamente muestre amor a cada creyente. Viva su vida con gran reverencia y santo temor por Dios”. (1 Pedro 2:17)
Veamos algunos patrones en nuestras vidas para ayudar a determinar cómo nos comunicamos con los demás.
-¿Escuchas cuando la otra persona está hablando, o acaparas toda la conversación sobre ti y lo que sientes o lo que has hecho?
-¿Permites que otros tengan la misma participación en una conversación con contigo? ¿O eres insistente para que se respondan tus propias preguntas y que hacer tus propios puntos de vista?
¿Mantienes la confianza?
¿Compartes abiertamente tus propias luchas y necesidades para que otros puedan orar por ti, mostrándoles que eres humano y que también cometes errores?
¿Proporcionas el espacio para permitir que otros tengan la libertad de tener sus propias opiniones sin que tu los juzgues?
Todos necesitamos practicar nuestras habilidades de comunicación para ser un gran testimonio de nuestro Señor.
Todas tenemos buenos consejos, todas tenemos palabras para compartir como mujeres, pero mantener un equilibrio equitativo en una conversación requiere habilidad.
Intenta orar antes de comunicarte con personas o conversaciones telefónicas. Esto puede sonar tonto, pero honestamente si le pides al Espíritu Santo que vaya antes que tú y tu conversación con otro, Él lo hará. Luego, comprométete con Dios al comienzo del día para ser un mejor comunicador con los demás, Él te ayudará. (incluso con tu cónyuge o hijos)
Dios quiere que se escuchen tus palabras. Pero a veces es difícil que otros presten atención si eres la única voz que se escucha. Da a los demás la oportunidad de hablar. Entonces ESCUCHA realmente sus palabras. Incluso si no estás de acuerdo, bríndeles el respeto que merecen para compartir sus pensamientos. Es posible que cada vez más personas se acerquen a ti en busca de consejos.
“… Todos deben ser rápidos para escuchar, lentos para hablar …” (Santiago 1:19)