EMPODERANDO VIDAS CON UN PROPÓSITO:
Escuché acerca de un hombre que vino a Cristo y resolvió que nunca pasaría otro día sin compartir las buenas nuevas de Dios con al menos una persona.
Esto me hizo pensar en mi propia vida, ¿alguna vez paso un día sin compartir de Jesús de alguna forma o de alguna manera? Honestamente, pensé mucho en esto y estando en el ministerio puedo decir que ha sido fácil compartir, compartir, compartir todo el día y todos los días. Ya sea a través de mis escritos o hablando o a través de mis acciones, siempre estoy compartiendo de Jesús. No digo eso de manera altanera, ¿cómo empezó? Me entristece decir que no siempre he sido así en mi vida. Llegó en mi momento de “rendición” cuando entregué mi vida a vivir completamente para Jesús y no me volví atrás. Di el primer paso hacia un nuevo futuro con Él y para Él.
Alabo a Dios porque tengo el privilegio de hacer esto todos los días, pero en realidad todos lo hacemos. No hice nada diferente aparte de hacer el esfuerzo concienzudo de COMENZAR cada día pidiendo a Dios que me usara. Al hacer eso, con el tiempo, se convirtió en un ministerio.
Como pueblo de Dios, estamos llamados a “proclamar que su Nombre es exaltado” (Isaías 12:4).
Necesitamos encarnar una disposición dentro de nosotros para compartir cómo Dios nos salva de las consecuencias de nuestro pecado. No hay excusas para no compartir. Mientras respiremos aire, Dios nos tiene aquí para Su propósito y es glorificarlo.
Dios le dijo a los israelitas que proclamaran su nombre y “den a conocer entre las naciones lo que ha hecho”. (Isaías 12:4)
Gracias a Dios, alguien dejó su zona de confort para hablarme de Jesús. Vaya, Dios lo tenía planeado hace mucho tiempo. Gracias a Dios, alguien te contactó y compartió contigo acerca de Jesús y sí, Él tenía eso planeado hace mucho tiempo. Cada uno de nosotros, a su manera, puede hacerles saber a los demás acerca de Aquel que es importante en nuestras vidas y hacerles saber lo amados que son.
Es posible que no esté haciendo o compartiendo a diario, pero comenzar en algún lugar y con una sola persona es el primer paso. Es emocionante ver a un alma venir a Cristo o saber que has tenido la influencia ablandando un corazón por el reino de Dios.
Ora y pídale a Dios que te ayude a ser valiente y a comprometerte a hablar al menos una vez al día por tu Señor. Extender la mano a través de las relaciones es la forma más fácil de comenzar. No temas, Dios te dará el valor cuando se lo pidas.