EMPODERANDO VIDAS CON UN PROPÓSITO:
Muchas de nosotras somos “solucionadoras de problemas” y nos encanta intentar resolverlos a cualquier precio que nos cueste. Nos propusimos asegurarnos de que se solucionen los problemas de otras personas. El mundo definitivamente necesita más corazones que se preocupen por los demás. Podemos tener buenas intenciones, pero no siempre es beneficioso agotar un problema que no es nuestro para resolver.
¿Cuántas veces nos sentimos tentados a tratar de hacer la obra de Dios solo para descuidar las responsabilidades que Él nos ha dado porque tratamos de hacerlo todo? No podemos hacerlo todo.
Dios nos pide sólo que nos ocupemos de los problemas “posibles” y que le dejemos los imposibles.
Muchas veces intentamos convencer a otros de su pecado y tratamos de hacer que deseen a Dios. Tratamos de hacerles leer su Biblia y empujarlos a la oración. Estas son todas las cosas que debemos hacer nosotras mismas. Haga cada una de estas cosas con la otra persona en su mente y en su corazón. Busque a Dios en su nombre.
Nuestra responsabilidad para con los demás es ministrarles con amor y no juzgar, ni resolver sus problemas o presionarlos. Necesitamos ayudarlos con sus necesidades inmediatas lo mejor que podamos, pero es nuestra responsabilidad orar por ellos y dejárselos a Jesús. Ore por sus problemas y permita que Dios los resuelva. Él puede o no usarte para hacerlo. Tenga la seguridad de que Dios hará su parte.
La salvación y el amor vienen de Dios. Permítele convencer sus almas cuando tengan su atención. Nuestra disposición a estar bajo su autoridad nos permite hacer su voluntad con gozo. Podemos ayudar a resolver problemas con amor. Nuestro amor puede ser gracia para los demás.
Los milagros son el departamento de Dios. Él es el solucionador de problemas. Servimos a Dios y mostramos amor de todas las formas posibles, eso es lo que estamos llamados a hacer. Obtendrá la gloria por ser el solucionador de problemas.
“El conocimiento del Santo resulta en buen juicio”. (Proverbios 9:10)
Sepa cuándo dejar los problemas de otra persona con Dios y ore por ellos con todo el amor que tiene para orar. Eso lo que se llama un gran solucionador de problemas.