El amor de la gente por nosotros puede cambiar con el tiempo dependiendo de lo que hagamos o no hagamos para complacerlos. Pero el amor de Dios por nosotros nunca cambia.
Dios nos ama con un amor interno, eterno e incondicional. Eso debería hacer que nuestros corazones sean más felices. Dios dice que somos valiosos para Él en todo momento, no solo cuando hacemos cosas buenas.
Las veces que más siento el amor de Dios por mí es cuando leo y estudio mi Biblia. En esta cacería que hago todos los días, encuentro “pepitas necesarias” para compartir con mis hermanas, lo que me hace muy feliz y, a su vez, también alimenta mi alma. Nunca deja de sorprenderme que cada vez que termino de escribir, Dios me ha hablado de vida, amor y tesoros en mi corazón mientras escribo y proceso Su Palabra.
Una dinámica extremadamente poderosa ocurre cuando todas leemos estos devocionales juntas y hacemos comentarios la sección a aquí abajo.
Sentimos el amor de Dios por nosotras porque podemos relacionarnos unos con otros en y a través de lo que dice la palabra de Dios. Podemos mostrarnos amor de esta manera.
Dios muestra amor por nosotros a través de Su Palabra y, al compartirla unos con otros, nos hace crecer en Él y en nuestro amor mutuo. Dios muestra su amor por nosotros a través de sus preciosas palabras y al compartir las Escrituras entre nosotros, hace que crezcamos juntos en él y en nuestro amor mutuo, aunque no nos conozcamos. Es realmente inspirador crecer juntos bajo el vínculo de nuestro Señor.
Sentimos el amor de los unos por los otros, a través de las escrituras de Dios.
“El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor”. (1 Juan 4: 8)
Para sentir el amor de Dios por ti, en ti y a tu alrededor, querrás estar en Su presencia todo el tiempo. ¿No te encuentras gravitando entre los que aman a Dios con todo su corazón? ¿Aquellos que tienen una relación sólida con él? Hay una razón para eso. Hay consuelo ahí porque hay verdad ahí. ¡Es real, el amor es real !.
Jesús dijo: “Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente”. (Mateo 22:37)
El amor de Dios nunca cambia. Oh queridas hermanas, para que podamos amar como Él ama, qué mundo tan increíble sería este.