EMPODERANDO VIDAS CON PROPÓSITO:
En un mundo que admira la belleza externa poniéndola en un pedestal, nosotros, como creyentes, entendemos que la belleza duradera es mucho más que solo física. La verdadera belleza es inmarcesible y surge de nuestro interior y dura eternamente.
Nuestra verdadera belleza no depende de la ayuda superficial. Nuestra verdadera belleza debe estar profundamente arraigada en nuestra fe y nuestra confianza en Dios. Nuestra belleza interior debe reflejar como una joya brillante, la luz y el amor de Jesucristo en nuestros corazones y como mujeres creyentes que se mantienen firmes en nuestra fe.
No importa cuántas cirugías plásticas se hayan pagado, nunca podemos comprar el tipo correcto de belleza: la belleza interna no tiene precio.
¿Hacia dónde miramos y cómo alcanzamos esta belleza? Es la belleza que se cultiva en nuestros corazones cuando respondemos en obediencia a la voluntad de Dios para nuestras vidas. Entrega tu vida a Jesús pidiendo perdón por tus pecados y esforzándote por agradarle con un corazón obediente.
Piensa en estas cosas y ponlas en práctica. Un espíritu suave y pacífico, el perdón, la bondad, la sabiduría, la perspicacia, el discernimiento, la humildad, la elegancia, el amor y la gracia son algunos de los elementos que se unen para formar la belleza de una mujer piadosa. Creo que todas deseamos alcanzar esta belleza interior.
Que oremos fervientemente unos por otros mientras vemos a nuestros propios patitos feos emerger en hermosos cisnes ante nuestros ojos con crecimiento, sabiendo lo que se necesita para adquirir esta verdadera belleza interior de Cristo y luego que Dios nos ayude a brillar “brillantemente” con toda pureza. desde adentro ❤